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¿Crédito empresarial o tarjeta corporativa? Fintech experta explica para que las pymes tomen la mejor decisión financiera

Kapital Colombia, la fintech que impulsa el crecimiento y la productividad de las pymes, ofrece una guía educativa para que las empresas comprendan qué instrumento se ajusta mejor a su flujo de caja y así eviten errores comunes en la administración financiera.

El financiamiento sigue siendo un reto para las pequeñas y medianas empresas en Colombia. Según el Banco de la República, mientras el 78% de las medianas y 64% de las pequeñas acceden a crédito formal, solo el 16% de las micro lo logra. Esta realidad obliga a que los empresarios no solo busquen acceso a recursos, sino que también comprendan cuál es el instrumento más adecuado según sus necesidades y su ciclo de caja.

En ese contexto, Kapital Colombia presenta algunas recomendaciones para entender cuándo es mejor recurrir a un crédito empresarial y cuándo a una tarjeta de crédito corporativa, con el fin de acompañar a las pymes en decisiones que impactan directamente su flujo financiero.

El financiamiento es una herramienta que debe usarse con inteligencia y propósito. Un crédito empresarial es el camino para invertir y proyectar el negocio en el mediano plazo, mientras que la tarjeta corporativa es ideal para ordenar y agilizar la operación del día a día. En Kapital creemos que la verdadera inteligencia financiera está en conocer en detalle el abanico de soluciones disponibles y elegir la que mejor se ajuste al momento y a las necesidades específicas de cada empresa”, señaló René Saul, CEO y cofundador de Kapital.

Crédito Empresarial: una alternativa para necesidades de mayor plazo

El crédito empresarial es una herramienta pensada para proyectos de mayor horizonte temporal y necesidades estratégicas de crecimiento.

Financiar capital de trabajo: resulta útil para cubrir brechas de flujo de 30, 60 o 90 días mientras ingresan los pagos de clientes, evitando presiones inmediatas sobre la liquidez.

Invertir en inventario de rotación lenta: es la herramienta más adecuada para sectores como comercio o industria, que requieren abastecerse con surtido para temporadas altas que se monetizan meses después.

Adquirir equipos o tecnología: funciona para inversiones productivas con vida útil prolongada, como maquinaria o software especializado, que generan retorno en un horizonte de varios años.

Estructurar plazos flexibles: permite que las cuotas se adapten al flujo de caja real de la empresa, asegurando que la operación diaria no se vea comprometida por el pago de la deuda.

Este instrumento puede ofrecer tasas competitivas, plazos alineados al retorno de la inversión y cuotas que se ajustan al flujo de caja. Además, existen líneas rotativas que aseguran liquidez recurrente sin necesidad de recurrir a mecanismos más costosos.

Tarjeta Corporativa: una herramienta para gastos inmediatos y control operativo

La tarjeta corporativa, en cambio, aporta valor en situaciones de corto plazo y gastos recurrentes que requieren rapidez y control administrativo.

Compras operativas recurrentes: es muy útil para licencias de software, plataformas digitales, insumos de oficina o servicios logísticos, concentrando los gastos en un solo instrumento.

Viajes y representación corporativa: permite centralizar consumos de transporte, alojamiento y alimentación, con extractos detallados que simplifican la conciliación contable.

Emergencias puntuales: ofrece una respuesta rápida frente a imprevistos que podrían afectar la continuidad de la operación.

Puente de liquidez temporal: si la empresa tiene ingresos asegurados en el siguiente corte de facturación, la tarjeta puede cubrir necesidades inmediatas sin afectar la operación.

Control administrativo: asignar cupos por área o por proyecto facilita el seguimiento de los gastos y fortalece la disciplina financiera.

En el ámbito corporativo, la tarjeta no solo aporta agilidad y control, sino que además ofrece valor agregado a través de beneficios como seguros, programas de puntos, descuentos y periodos de gracia. Bien gestionada, se convierte en un instrumento para optimizar la liquidez de corto plazo, fortalecer el control de gastos y facilitar la planeación financiera de la compañía. Utilizada con criterio estratégico, puede ser una palanca que impulse la eficiencia operativa y genere ventajas competitivas en la administración de recursos.

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Al final, la decisión es qué instrumento responde mejor al momento que atraviesa la empresa y a sus necesidades específicas. Mientras el crédito empresarial impulsa inversiones y crecimiento en el mediano plazo, la tarjeta corporativa brinda rapidez, control y eficiencia en la operación del día a día. Conocer estas diferencias y aplicarlas de manera estratégica permite a las pymes optimizar su liquidez, reducir costos financieros y fortalecer su sostenibilidad.

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