El programa Salud para el Alma de la Gobernación de Antioquia viene trabajando en sintonía con Hilando Vidas y Esperanza (WLH), el programa de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para fortalecer el acceso de poblaciones sobrevivientes del conflicto a servicios de salud mental por medio de estrategias psicosociales comunitarias, telemedicina y campañas informativas, entre otras.
Esta alianza entre las dos instituciones se apoya en el trabajo que WLH viene realizando para mejorar el bienestar y la calidad de vida de quienes han padecido las consecuencias del conflicto armado desde un enfoque de desarrollo inclusivo. En esta agenda convergen, además de estas iniciativas en atención psicosocial, acciones para mejorar las oportunidades productivas y de comunicación de las comunidades con el fin de fortalecer la resiliencia e impulsar transformaciones sociales para la convivencia pacífica y la construcción de paz en diferentes territorios del país. Uno de ellos es la Subregión del Bajo Cauca y nordeste antioqueño, puntualmente en municipios como el Bagre, Tarazá y Valdivia, pueblos profundamente golpeados por el conflicto armado en Colombia.
En esta oportunidad, la Gobernación de Antioquia, en alianza con WLH y Colombia+20, de El Espectador, realizaron en Medellín el Conversatorio “Desafíos en la atención en salud mental en un país que construye paz”. Este espacio de diálogo fue una oportunidad para visibilizar los retos y avances con respecto al acceso a la salud mental en Antioquia, y para entender la experiencia de resiliencia de esta región como un posible referente para otras comunidades sobrevivientes de la violencia.
Durante esta jornada se contó con la presencia y la participación de representantes del sector de la salud del departamento, la academia, la institucionalidad, la comunidad internacional y líderes comunitarios. La conversación y el perfil de los panelistas fueron una muestra de la necesidad de entender el bienestar de las comunidades y la construcción de paz como un proyecto de país.
En el panel participaron: Óscar Cardona, gerente del Hospital San Juan de Dios del municipio de Anorí; María Mercedes Uribe, médico psiquiatra, subgerente científica del Hospital Mental de Antioquia (Homo); Andrés Jaime Mira Reyes, representante de la Red Protectora para la región Bajo Cauca y líder comunitario del municipio de Caucasia; y Jenny Catherine Palacio Patiño, gestora comunitaria y representante de la Alcaldía de Anorí.
En primer lugar, Oscar Cardona expuso el panorama sobre salud mental que tiene el Hospital en su municipio, en el que cuentan con un equipo que ideó la manera de llegar hasta las comunidades y así aliviar las dificultades de accesibilidad que tiene la población.
En las distintas poblaciones se evidencia una alta incidencia de estrés postraumático, trastorno bipolar afectivo —que tiene una predominancia sobre todo en los municipios del Suroeste: Jericó, Andes, Jardín—; depresión, esquizofrenia, suicidios y demencia, enfermedades que se desencadenan y agravan con la aparición de las violencias. Se trata de comunidades que enfrentan situaciones de precariedad económica y relaciones afectivas atravesadas por la falta de herramientas sicosociales y comunicacionales que a su vez potencian las enfermedades mentales. En la conversación se puso en evidencia la importancia de fortalecer los lazos de confianza entre la institucionalidad y las comunidades para poder construir procesos con continuidad.
Como reto principal los panelistas hicieron énfasis en la urgencia de ampliar la cobertura del personal médico especializado. Se estima que hay un psiquiatra por cada 60 habitantes y esto plantea una necesidad de fortalecer la capacitación del equipo profesional, así como de mejorar y garantizar sus condiciones laborales. Durante este tiempo se fortaleció la teleconsulta, una herramienta que, luego de la pandemia, cobra cada día más relevancia en la cotidianidad de las comunidades. Hoy son evidentes las bondades de los teléfonos inteligentes y el valor de la conexión a Internet en poblaciones rurales con dificultades en el recurso económico, los accesos y las vías para desplazarse. Por eso, una alianza entre WLH, el Hospital Mental de Antioquia (HOMO), y la Gobernación, permite que cinco hospitales de municipios del Bajo Cauca Antioqueño cuenten con espacios psicosociales y equipos de telemedicina para mejorar el acceso a estos servicios en el departamento.
Como bandera, el programa busca la priorización de población en condición de vulnerabilidad: personas en situación de desplazamiento, niños, niñas, mujeres, adultos mayores y víctimas de violencia sexual. Uno de los eslabones clave es el de los gestores sicosociales, que se encargan de propiciar espacios de diálogo y de fortalecimiento de la confianza y concienciación acerca de la importancia de identificar los trastornos mentales para poder buscar ayuda. En ellos recae la misión de des estigmatizar estas enfermedades y brindarle a la comunidad información que le permita encontrar una ruta hacia su propio bienestar, y la toma de conciencia colectiva alrededor del tema.
Ángela Prías, coordinadora adjunta del programa Hilando Vidas y Esperanza, destaca los avances que el departamento ha hecho en materia de salud mental: “Cuando llegamos ya tenían un camino recorrido. Las instituciones han hecho un gran trabajo”. Explica que en este esfuerzo es muy importante el cambio de enfoque en cuanto a la asistencia sicosocial, para pasar a englobarlo en estrategias de salud mental. Esto con el fin de apalancar políticas públicas que logren transformar las comunidades de forma integral. “Hablamos de un empoderamiento que abarque temas de bienestar sicosocial, pero también productivo y comunitario”.
Según la secretaria de Salud de Antioquia, Ligia Amparo Torres Acevedo: “Salud para el Alma es una iniciativa a la que queremos darle un alcance total en el departamento de Antioquia. No podemos minar las esperanzas de la comunidad para trabajar en la salud mental de todos y sabemos que con esta estrategia estamos logrando cosas poderosas; hablamos sobre violencias, prevenimos cuadros relacionados con trastornos mentales e impulsamos la calidad de vida de todos los antioqueños”.
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Por último, y para cerrar un conversatorio en el que quedó planteada la reflexión acerca de la salud mental como un pilar integral que abarca distintas dimensiones humanas (cultura, arte, productividad y comunidad), los asistentes disfrutaron de la participación del coro Sol de Oriente, integrado por 35 niños, niñas y adolescentes de la Fundación Nacional Batuta, bajo la dirección del maestro Agustín Tamayo Buitrago, un proyecto ubicado en el barrio Enciso de Medellín y que tiene como propósito trabajar con comunidades vulnerables (jóvenes y sus familias) víctima de violencias y desplazamientos.
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