Los ataques violentos contra aldeas y ciudades obligan a los padres a huir “para proteger a sus hijos de la violencia sexual, el secuestro, el reclutamiento, las mutilaciones y la muerte”.
Las mayores congregaciones se realizan en Jartum, la capital sudanesa, donde las protestas ocurren casi todas las semanas frente al palacio de la República.
Según el viceministro de Exteriores del país, Mohamed Sharif, esa intentona fue limitada, ya que no hubo “ningún intento explícito” de injerencia extranjera en este asunto, pero requiere una mayor investigación.
Se sospecha que la asonada ha sido obra de seguidores del depuesto presidente Omar al Bashir. Al menos 40 oficiales golpistas fueron detenidos hasta el momento.