En la era digital, el uso de dispositivos electrónicos se ha normalizado a tal punto que desde la infancia los niños están expuestos a pantallas durante varias horas al día. Sin embargo, la psiquiatra Laura Villamil advierte que este hábito, lejos de ser inofensivo, está generando efectos profundamente negativos en el desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños.
Un dato alarmante se desprende de sus investigaciones sacando a la luz el impacto devastador que el uso excesivo de pantallas tiene en el desarrollo infantil. Según la psiquiatra Laura Villamil, el tiempo que la televisión roba a las interacciones familiares durante los primeros 12 años de vida podría ascender a 2.500 horas, lo que equivale a tres años escolares completos.
Este dato sorprendente no incluye el uso de otros dispositivos como tabletas, computadoras y teléfonos móviles, lo que sugiere que el tiempo real perdido podría ser aún mayor. La investigación revela que por cada hora que un bebé de 18 meses pasa frente al televisor, pierde aproximadamente 52 minutos de interacción con sus padres.
El estudio también destaca que el uso de pantallas por parte de los padres disminuye significativamente la cantidad de intercambios verbales con sus hijos, así como los estímulos positivos que reciben. Este hallazgo es particularmente preocupante, ya que el cerebro humano está equipado para la interacción cara a cara desde el nacimiento.
La psiquiatra Villamil advierte que “cuanto más se utilizan los dispositivos digitales, más se debilitan las interacciones físicas”. Esta afirmación de figuras como Winnicott, John Bowlby y Harlow se basa en décadas de investigación que subrayan la importancia crucial de las interacciones humanas para el desarrollo infantil y adolescente.
Contrario a la creencia popular, incluso los programas diseñados específicamente para niños pueden ser perjudiciales. La investigación muestra que antes de los dos años, cada hora de programación supuestamente educativa puede reducir el desarrollo del lenguaje hasta en un 10%. Además, el riesgo de necesitar terapia de lenguaje se multiplica por 2,5 por cada media hora diaria que un niño pasa usando una tableta digital.
El impacto negativo de las pantallas no se limita al desarrollo del lenguaje. El estudio señala que la sobreestimulación sensorial provocada por sonidos e imágenes exageradas puede ser una fuente importante de trastornos de déficit de atención, hiperactividad y adicciones.
Además, el uso excesivo de dispositivos digitales está relacionado con alteraciones del sueño en niños y adolescentes. La luz emitida por las pantallas interfiere con la producción de melatonina, lo que puede generar problemas para conciliar y mantener el sueño. Esto, a su vez, afecta la atención, la memoria y el control emocional e inmunitario.
Los riesgos no se detienen aquí. A los 18 meses, un niño que usa una tableta digital por solo media hora al día ve incrementado en un 2,5% el riesgo de necesitar terapia de fonoaudiología.
Este riesgo aumenta aún más cuando el consumo digital incluye televisión.
A pesar de estos hallazgos alarmantes, la psiquiatra Villamil reconoce que la tecnología ha sido y sigue siendo positiva en áreas como la medicina y la industria. Sin embargo, enfatiza que el uso sin control en niños y adolescentes puede llegar a ser nocivo.
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Este estudio sirve como un llamado de atención urgente para padres, educadores y responsables de políticas públicas. La necesidad de establecer límites saludables en el uso de dispositivos digitales nunca ha sido tan evidente, y las consecuencias de no hacerlo podrían tener repercusiones duraderas en el desarrollo de toda una generación.
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