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Desafíos y oportunidades para los importadores: así se financia el comercio exterior en Colombia

En marzo de 2023, se reportaron ingresos de importación por $5.856,8 millones de dólares CIF, presentando una disminución del 17,1% respecto a los USD$7063,4 millones facturados el mismo mes del año anterior.

En Colombia, importar mercancía es una tarea titánica para la que muchos empresarios y comerciantes encuentran poco apoyo. Los importadores atraviesan todos los días desafíos para el sostenimiento de su volumen de mercancía respecto a las limitadas alternativas de financiación que se ofrecen en el país, lo que representa uno de los mayores obstáculos frente al crecimiento de esta actividad para la que el endeudamiento es clave cuando se desea tener entrada a la competida demanda del mercado exterior, pero, sobre todo, para mantener a flote la oferta al interior del país.

De acuerdo con cifras de Finkargo, plataforma tecnológica de financiación para comercio internacional, el 90% de las operaciones de comercio exterior requieren financiamiento en algún punto de su cadena, y de ese porcentaje al menos la mitad de las solicitudes crediticias es denegada principalmente por entidades tradicionales. El análisis revela que las más afectadas por la limitada cobertura financiera son las pymes, a lo que se le agrega la poca participación de Latinoamérica en el comercio mundial.

Algunas de las maniobras que realizan los importadores colombianos con cada carga de mercancía, es combatir el precio del dólar y su repercusión en los costos de nacionalización, aun cuando se tiene que mantener un valor competitivo en medio de un panorama inflacionario. Pese a estos riesgos, los importadores colombianos le siguen apostando a una actividad que mueve la economía nacional y abastece gran parte de los sectores industriales y de consumo en Colombia.

Recientes cifras del DANE revelan que en lo que va de este año, las importaciones han caído con respecto al mismo periodo de 2022. Solo en marzo de 2023, se reportaron ingresos de importación por $5.856,8 millones de dólares CIF, presentando una disminución del 17,1% respecto a los USD$7063,4 millones facturados el mismo mes del año anterior, a pesar de que esta actividad tuvo un ligero crecimiento frente a febrero de ambos años. Uno de los sectores que mayor peso tiene en esta variación es el de las manufacturas, cuya participación en el grueso de importaciones compone cerca de tres cuartas partes de toda la actividad, seguido con una amplia diferencia por los artículos agropecuarios, alimentos y bebidas (17,5%) y los combustibles y otros productos de industrias extractivas (8,3%).

Para Santiago Molina, CEO de Finkargo, un componente común en el gremio importador es el apalancamiento financiero que se necesita para obtener una rentabilidad real frente a las obligaciones aduaneras que deben cumplir los importadores, sin contar con los riesgos y pérdidas en el transporte marítimo de mercancía, a lo que se le debe sumar el costo de un seguro y otras pólizas que garanticen un arribo íntegro de la carga. El equipo de Finkargo estudió este fenómeno y encontró que los mecanismos para importar mercancía en Colombia no cubren, en su mayoría, las necesidades reales de los importadores y sus objetivos de crecimiento en el mediano y largo plazo. Los obstáculos más recurrentes son los largos trámites a los que se tienen que someter las empresas, los requisitos difíciles de cumplir —especialmente para pymes—, y aspectos en la flexibilidad del crédito como el tiempo que se demora el desembolso o el cupo establecido.

De hecho, se estima que los dos sistemas de financiación a los que más recurren los colombianos que importan mercancía son los bancos tradicionales —con líneas de crédito que no cubren el volumen de costos que implica traer cada carga de mercancía— y la autofinanciación. Sin embargo, ninguna de las opciones parece estar diseñada para impulsar el crecimiento de estos negocios, pues no consiguen financiar todas las operaciones comerciales de los importadores, dejándolos en condiciones de iliquidez o con un portafolio reducido para enfrentar la demanda del mercado nacional.

Molina explica que, en la práctica, existen otras iniciativas que están apoyando a un número importante de empresas para financiar la compra de mercancía en el exterior de manera segura y sostenible. “Desde el ecosistema fintech queremos derribar el mito del papeleo y los bloqueos financieros brindando opciones de financiamiento para empresas a las que las entidades tradicionales les cierran las puertas u ofrecen productos crediticios demasiado enfocados en la generación de intereses y no en la rentabilidad de su negocio”, señala Molina.

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Además, agrega que son estas alternativas las que están dando luz verde a oportunidades de expansión para nuevas actividades comerciales y compañías que abastecen a industrias enteras para las que es esencial que el país tenga una participación cada vez mayor en el comercio exterior de la región y otros mercados emergentes.

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