Los militares que tomaron el poder en Birmania el pasado 1 de febrero reafirmaron su compromiso con la democracia, prometieron celebrar elecciones cuando finalice el año de vigencia del estado de emergencia, así como condenaron las protestas masivas y el movimiento de desobediencia.
El portavoz de las autoridades militares, el general de brigada Zaw Min Tun, hizo una declaración a los medios de comunicación, que fue transmitida en Facebook por el canal estatal de televisión MRTV.
“Las Fuerzas Armadas de Birmania siguen desde hace tiempo por el camino de la democracia multipartidista y no van a desviarse de ese sendero. Después de resolver los problemas del período de emergencia, celebraremos elecciones y el partido que gane en ellas obtendrá el poder”, recalcó Zaw Min Tun.
El portavoz de las autoridades militares también condenó las protestas callejeras masivas y los ataques contra los policías que custodian el orden en las calles.
Según el oficial, al menos un policía murió a causa de las heridas sufridas en un enfrentamiento con los manifestantes, y las Fuerzas Armadas están pidiendo a los opositores que dejen de salir a las calles y vuelvan a la normalidad en aras de la unidad de la nación, el futuro del país y para evitar la propagación incontrolada del coronavirus.
“Aquellos que participan en el llamado movimiento de desobediencia civil, deben regresar inmediatamente a sus lugares de trabajo”, subrayó.
El general de brigada explicó que la necesidad de transferir el poder a las Fuerzas Armadas fue resultado de la negativa de la Comisión Electoral Nacional y del Gobierno de investigar la falsificación de las listas electorales en las elecciones del 8 de noviembre de 2020, cuyas pruebas fueron presentadas por los militares tras su propia investigación.
“Las fuerzas armadas se vieron obligadas a tomar el poder en sus propias manos el 1 de febrero. No fue un golpe militar, fue una exigencia de la Constitución de Birmania de 2008, cuyos principios y disposiciones siguen estando vigentes”, dijo el oficial.
El oficial aseguró además que la consejera de Estado Aung San Suu Kyi y el expresidente Win Myint “están a salvo”, sin revelar el paradero actual de los políticos detenidos.
El pasado 1 de febrero, pocas horas antes de la constitución del nuevo Parlamento en Birmania, los militares dieron un golpe de Estado, detuvieron a numerosos líderes políticos, entre ellos el presidente Win Myint y la consejera de Estado Aung San Suu Kyi, y decretaron estado de emergencia por un año.
Los militares, que habían gobernado Birmania durante décadas, justifican el golpe por las denuncias de fraude masivo en las elecciones generales de noviembre pasado, que dieron la victoria a la Liga Nacional para la Democracia (LND).
El comandante en jefe del ejército, general Min Aung Hlaing, anunció que, después de cumplidas las tareas del estado de emergencia, entre ellas la investigación de las presuntas irregularidades en las urnas, habrá nuevas elecciones y el poder será traspasado al partido ganador.
Con información de Sputnik.