Pereira se consolida como un referente nacional en turismo sostenible gracias al Bioparque Ukumarí, un santuario de fauna y flora que celebra 10 años transformando la manera en que Colombia entiende la conservación. Con más de 3,3 millones de visitantes desde 2015, el bioparque impulsa la economía local y redefine el turismo educativo en el Eje Cafetero.
A una década de su apertura, Ukumarí dejó de ser un lugar para observar animales y se convirtió en un aula viva donde la ciencia y la educación se encuentran. El parque alberga más de 91 especies y 554 individuos bajo manejo especializado de la mano de profesionales, con nacimientos de guacamayas, lemurs, venados, titís cabeza de algodón y búfalos que simbolizan historias de conservación y conocimiento científico.
“Este no es solo un lugar bonito para visitar, sino un símbolo de la reconversión hacia un país que entiende que la biodiversidad es su mayor activo”, asegura Raúl Murillo, gerente general del Bioparque Ukumarí.
Ukumarí nació de la transición del antiguo zoológico Matecaña hacia un modelo centrado en bienestar animal, ciencia aplicada y educación ambiental. Este proceso, que tardó varios años, se convirtió en una referencia nacional por su enfoque técnico, logístico y pedagógico.
“Ukumarí es un aula viva. Aquí los niños y jóvenes aprenden lo que significa cuidar un ecosistema, entender por qué un humedal es vital o cómo una decisión cotidiana puede proteger a especies como la danta, el oso de anteojos o el jaguar”, afirma Murillo.
El impacto de Ukumarí trasciende lo ambiental. Su modelo de turismo educativo dinamiza la economía local y fortalece a Pereira como destino. Las cifras lo confirman: más de 3,3 millones de visitantes en una década, alianzas académicas y una proyección de crecimiento sostenido.
Ahora, el bioparque inicia una nueva etapa en busca de una alianza público-privada que estima una inversión de 30 millones de dólares para la construcción de un ecohotel, un auditorio de eventos, un centro de experiencias inmersivas.
“Queremos que Ukumarí sea el gran hub de conocimiento sobre biodiversidad del país, un lugar donde la ciencia se viva y la conservación se entienda desde la emoción y la experiencia”, destaca el gerente.
La siguiente década mira al fortalecimiento del modelo de santuario, la consolidación de programas de rehabilitación y nacimientos controlados, y la articulación con universidades y colegios para que más colombianos aprendan en campo sobre fauna y los ecosistemas. El propósito: que cada visitante se convierta en un embajador de la conservación y un guardián del Bio.
“El futuro de Ukumarí no se mide en visitantes, sino en conciencia. Queremos que cada persona que pase por aquí cambie su forma de apreciar la naturaleza”, concluye Raúl Murillo.
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Desde el Eje Cafetero, Pereira se reafirma como un destino donde el turismo no solo muestra, sino enseña; donde los bosques hablan y los animales cuentan historias de resiliencia. Ukumarí no es solo un parque: es el punto de encuentro entre la biodiversidad y el alma de un país que empieza a comprender su responsabilidad frente al planeta.
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