La fumata blanca de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 18:07 horas de este 8 de mayo, acaba de anunciar a los fieles y al mundo que ha sido elegido un nuevo Obispo de Roma, sucesor de Pedro. Pero, ¿qué ocurrió bajo las bóvedas pintadas al fresco por Miguel Ángel pocos minutos antes, y qué sucederá hasta el anuncio del nombre del nuevo Papa, pronunciado después del “Habemus Papam” desde la Logia de las Bendiciones de la Basílica de San Pedro por el cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti?
El rito de la aceptación
Según lo establecido y regulado por el Ordo Rituum Conclavis y la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, un cardenal presente en la Capilla Sixtina ha alcanzado la mayoría requerida, y la elección se ha realizado canónicamente. El primero de los cardenales por orden y antigüedad —o, si él es el elegido, el segundo—, en nombre de todo el Colegio de Electores, ha preguntado en latín al elegido: “¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?” Y, apenas recibido el consentimiento, le ha formulado la pregunta: “¿Con qué nombre deseas ser llamado?”.
Entonces, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y en presencia de dos ceremonieros como testigos, ha redactado un documento que certifica la aceptación del nuevo Pontífice y el nombre que ha elegido.
Conclusión del Cónclave
El Cónclave, según especifica la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, concluye una vez que el nuevo Papa da su consentimiento a la elección, “a menos que Él disponga otra cosa”. A partir de ese momento, pueden ingresar a la Capilla Sixtina el sustituto de la Secretaría de Estado, el secretario para las Relaciones con los Estados y cualquier otra persona que deba tratar con el Pontífice electo los asuntos necesarios en ese momento.
La fumata blanca y la “Sala de las Lágrimas”
Una vez concluido el rito de aceptación, se queman todas las papeletas y demás documentos utilizados durante la elección, y la fumata blanca confirma ante el mundo que un nuevo Pontífice ha sido elegido. Mientras los fieles en la Plaza de San Pedro aplauden y todo el mundo espera con expectación conocer su nombre, el Papa electo sale de la Capilla Sixtina y entra en la sacristía, conocida como la “Sala de las Lágrimas”. Allí, con la ayuda del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas, se reviste con una de las tres sotanas papales ya preparadas.
La primera ceremonia: el homenaje y el “Te Deum”
Al regresar a la Capilla Sixtina, el nuevo Pontífice se sienta en la cátedra y se celebra una breve ceremonia, que inicia con un saludo del cardenal decano del Orden de los Obispos. Luego, el primero de los cardenales presbíteros proclama un pasaje del Evangelio, que puede ser: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” o “Apacienta mis ovejas”. A continuación, el cardenal protodiácono eleva una oración por el recién elegido Sucesor de Pedro.
Después, todos los cardenales electores presentes, según el orden de precedencia, pasan ante el nuevo Papa para manifestarle su homenaje y obediencia. Finalmente, todos entonan juntos el himno del Te Deum, iniciado por el nuevo Pontífice.
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La oración del nuevo Papa en la Capilla Paulina
Mientras tanto, el cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, se dirige a la Logia de las Bendiciones para anunciar al pueblo la elección y el nombre del nuevo Papa con la fórmula: “¡Os anuncio una gran alegría: habemus Papam!”. Mientras se realiza este anuncio, el Papa electo, camino a la Logia, se detiene brevemente en la Capilla Paulina, donde ora en silencio ante el Santísimo Sacramento. Luego continúa hacia la Logia, desde donde dirige su primer saludo al mundo e imparte la bendición apostólica Urbi et Orbi.
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