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Se fue el mes de la madre, pero quedó “Oliva, una historia para sanar”

Robin García Molina presenta su libro que reivindica la voz de su madre fallecida, quien en su corta existencia vivió los múltiples retos que encara una mujer colombiana, como la pobreza, la enfermedad y el abandono. No es un memorial de lamentos y quejas, sino la oportunidad de reinventarse a partir del análisis y la reflexión.

La historia de Oliva es la voz de una madre reivindicada por su hijo que la escribe como un modo de catarsis, no solo personal y familiar, sino colectiva. Robin García Molina es un joven colombiano de 35 años que desde niño vivió grandes desafíos y está convencido de que su existencia tiene como propósito servir, inspirar y transformar la vida de las personas para sacarlas de la pobreza mental y emocional.

A lo largo de las 150 páginas de su primera obra, editada por Saca tu libro, Robin García se convierte en la voz de una madre que pese a relatar las vivencias dolorosas, no representa un espacio de queja o lamento; por el contrario: constituye una fuente de reflexión e inspiración para sanar esas heridas que viven muchas familias en Colombia y en América Latina por cuenta del machismo, la falta de recursos, la enfermedad, el duelo y la precariedad.

Oliva permite a Robin reconectar a su familia, sanar los dolores de su hermana y transformar el pasado en fuente de aprendizaje. Los retos son concebidos por el autor como oportunidades para aprender y no perder la esperanza.  Los primeros lectores de Oliva se han impactado por la narración y les ha servido para entender y superar traumas como la ausencia de los padres en la vida, las enfermedades y la precariedad. Cuenta su autor que no pretende ser un libro de autoayuda, sino un espacio para inspirar a través de su propia historia.

El origen de la obra tiene que ver con un método que Robin encontró para reconectarse con su hermana menor a través de narrarles pequeñas historias como si fuera su madre OIiva. Este sistema fue creciendo hasta convertirse en una obra integral que narra en detalle desde la perspectiva de la madre los sucesos ocurridos desde su infancia. Cuenta Robin que quienes conocieron a su mamá coinciden en que era una mujer con un liderazgo muy especial y valores dignos de ser resaltados. Un verdadero ejemplo de resiliencia.

El escritor Ricardo Silva Romero señala en el prólogo de Oliva, una historia para sanar: “Se lee rápido, de un tirón, este empeño de un hijo de ponerse en el lugar de su madre. Se admira cada capítulo porque, en tiempos de ensimismamientos y de narcisismos, cada capítulo invita a recordar que damos las experiencias ajenas por sentadas y vale la pena echarles una mirada a los demás. Se entiende evento por evento que difícilmente va a sobreaguar un país en el que la adolescencia sigue siendo un lujo, en el que solo unos pocos tienen el tiempo para investigarse a sí mismos, en el que el sentido de la vida no es estar en paz, sino sobrevivir. Y se agradece la lectura, al final, porque siempre es importante recordar que son las vidas cortas e invisibles las que merecen ser novelas. Oliva es, en suma, un acto de justicia”.

Robin García quiere inspirar. “Todos tenemos una historia que muchas veces está guardada en un armario en la oscuridad. Está oculta por miedo, vergüenza o el temor de la opinión ajena. No hace falta esperar el momento o las personas correctas o tener los recursos. Basta creer en un proyecto personal para lograrlo, dar el primer paso, confiar y permitir que las cosas ocurran”, señala.

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El autor de Oliva, una historia para sanar tuvo que vender naranjas en la calle cuando su mamá cuidaba a sus hermanos pequeños enfermos, y hoy es reconocido por su espíritu emprendedor que trasciende las fronteras de Colombia. “Cada cosa que yo emprendo, cada negocio, cada proyecto que yo desarrollo de alguna manera son derivados de una plataforma o de un propósito de vida. Mi gran objetivo es fortalecer las competencias financieras de las personas y con esa base desarrollo proyectos, empresas e ideas, que se alineen a ese sueño”, puntualiza. “Busco concentrarme para lograr esta misión personal”, agrega. García es creador del simulador Espiral, una herramienta para la toma de decisiones en temas financieros, de negocios e inversión que ha impactado la vida de más de diez mil personas.

Robin tiene la misma edad que tenía su madre Oliva al morir. Cree que está recogiendo los frutos de las semillas que ella sembró. “Acá todo es mérito de ella y de miles de mujeres que ella representa, quienes batallan contra la pobreza, el hambre y la necesidad, sin perder la ilusión y que por el contrario hacen como lo hizo mi madre: animar a otros a seguir soñando”.

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