El primer tratado de la historia para prohibir las armas nucleares entró en vigor. Aclamado como un paso histórico para librar al mundo del armamento más letal, tiene la fuerte oposición de las naciones con capacidad para tenerlo.
La entrada en vigor de este instrumento jurídico se hizo posible tras su ratificación por el Estado número 51, Honduras.
“Este es un gran paso hacia un mundo libre de armas nucleares”, afirmó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en su vídeo mensaje, en el que también llamó “a todos los países a que trabajen juntos para hacer realidad esta visión, para nuestra seguridad común y la seguridad colectiva”.
No obstante, la ausencia de los mayores poseedores de arsenales nucleares en el tratado demuestra que en el escenario mundial actual es imposible que todas las naciones lo ratifiquen.
El programa requiere que todos sus miembros “nunca, bajo ninguna circunstancia, desarrollen, prueben, produzcan, manufacturen o adquieran, posean o almacenen armas nucleares u otro tipo de dispositivos explosivos nucleares”. Además, prohíbe cualquier transferencia o uso de armas y dispositivos explosivos nucleares.
Cuando la Asamblea General de la ONU aprobó el tratado en julio de 2017, más de 120 Estados le dieron el visto bueno. No obstante, no firmaron ninguna de las nueve naciones con armas nucleares. Entre ellos, EEUU y Rusia, que juntos tienen cerca del 90% de las cabezas nucleares existentes, así como el Reino Unido, China, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel. Tampoco ratificaron el tratado las 30 naciones miembros de la OTAN.
Incluso Japón, el único país que ha sufrido ataques nucleares de EEUU en Hiroshima y Nagasaki en 1945, tampoco lo respalda. El país asiático renuncia por sí mismo al uso y posesión de armas nucleares, pero su Gobierno cree que un acuerdo de prohibición no es realista ante la profunda división entre Estados nucleares y no nucleares.
Con información de Sputnik.