El patrullero de la Policía Metropolitana de Cali, Eduard Franco, prestaba su servicio en un sector priorizado del centro de la capital vallecaucana, sin imaginar que cambiaría la historia de una familia en el departamento de Antioquia, que por más de 15 años buscó a uno de sus miembros perdido en el mundo de las drogas.
“Un servicio cercano al ciudadano”, así define el uniformado a la labor que con orgullo realiza todos los días en las calles de la ciudad, la misma que le permitió conocer a Carlos Humberto Mejía, un habitante en situación de calle que frecuentaba el sector por el consumo de sustancias estupefacientes.
Para prevenir este comportamiento contrario a la convivencia y en el marco del respeto por los Derechos Humanos, se le solicita retirarse del sitio; su respuesta cordial ante el llamado policial, da paso a un diálogo en el que patrullero descubre que aquel hombre había huido de su hogar cuando apenas era un adolescente y ahora lleno de arrepentimiento, soñaba con regresar.
A kilómetros de distancia y con pocos datos, Eduard inició una búsqueda silenciosa a través de redes sociales, siendo determinante el apoyo de la Administración Municipal de Carepa (Antioquia), donde posiblemente se encontraba una de las hermanas.
Pasaron los días, hasta que una llamada devolvió la esperanza del reencuentro. Era ella, que aunque incrédula escuchó atentamente lo que el policía tenía que contar. Con las voz entrecortada y agradecida, acordaron una llamada para ver de nuevo a ese joven que un día huyó con rumbo desconocido dejando un vacío en su familia.
El mismo Carlos cuenta los días, fueron más de 5000 recorriendo las calles, con hambre y frío. La videollamada se hizo sin que él lo sospechara; al ver de nuevo a sus padres, el llanto ahogó sus palabras, porque temía no verlos más con vida, la felicidad y el perdón, se encargaron de borrar la tristeza del tiempo que estuvieron separados. Era solo cuestión de horas para estar de nuevo juntos.
Ante este importante momento, los uniformados realizaron las coordinaciones pertinentes para la transformación final, donde fue de gran valor la vinculación de comerciantes y de una fundación del sector. Con un baño, corte de cabello, ropa y zapatos nuevos se preparaba el protagonista de esta historia, quien la noche previa al encuentro pudo descansar en una cama confortable y limpia.
Todo estaba listo, se encontrarían en las instalaciones de la estación de Policía Fray Damián, era visible su ansiedad. Al llegar al lugar, lo esperaba su familia y en medio de aplausos, abrazos y lágrimas se produjo ese encuentro tan anhelado.
Carlos Humberto, viajó a casa de sus padres, volvió a sentir sus manos, esas que una vez lo acariciaron, volvió a abrazar a esas personas que le dieron la vida y a quienes no está dispuesto a volver a defraudar. Aceptó un proceso de rehabilitación, y aunque no será fácil cuenta con todo el apoyo de su familia, la misma que nunca dejó de buscarlo.
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La Policía Nacional es y seguirá siendo una Institución que trabaja por la vida, por el bien de las personas y por la dignidad de todos, con la responsabilidad de brindar un servicio público innovador, eficaz y transparente.
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