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Cargos contra exalcalde de Manaure, Davis Díaz Rivera, por corrupción en contrato para beneficiar a niños indígenas

Con ocasión del Fenómeno del Niño del 2005 se suscribió un contrato por $8 mil millones para prevenir la mortalidad en menores pero se encontraron sobrecostos, además, médicos y traductores fantasma.

La Fiscalía General de la Nación imputó cargos contra el excalde de Manaure, Davis Díaz Rivera, y su secretaría de Salud, Angélica Manotas Moscote, por irregularidades encontradas en un contrato que pretendía beneficiar a niños indígenas afectados por el Fenómeno del Niño del 2015.

En ese sentido, la administración municipal suscribió un contrato por 8 mil millones de pesos con la IPS Sol Wayúu, con el objetivo de brindar atención a 2 mil familias de dicha etnia; sin embargo, la mayoría de la población nativa no fue beneficiada.

Por estos hechos, un fiscal de la Dirección Especializada contra la Corrupción formuló cargos al exalcalde Díaz Rivera y a la exsecretaria Manotas Moscote por los delitos de peculado por apropiación en provecho propio y en favor de terceros e interés indebido en la celebración de contratos. Adicionalmente, a Manotas Moscote le fue imputado el delito de falsedad ideológica en documento público. Ninguno de los procesados aceptó su responsabilidad.

Según la investigación adelantada, el contrato pretendía ayudar a niños, madres gestantes y mujeres de comunidades indígenas, con la entrega de kits alimenticios, agua potable, atención en salud y medicamentos, así como un componente informativo, en un término de 5 meses.

Los elementos recaudados por el grupo de investigadores advierten que se habrían violado los principios de transparencia, selección objetiva y planeación. Entre las irregularidades más significativas esta la definición de un contratista con antelación; que la IPS Sol Wayúu no contaba con la capacidad para ejecutar el contrato por lo que utilizó los servicios de terceras empresas por el 65% de las actividades desarrolladas (compra de mercados, agua, logística, transporte y elaboración de folletos).

Además, la IPS no tenía la autorización de la Secretaría de Salud (la misma entidad contratante) para ejecutar actividades en zonas rurales de carácter médico en relación con pediatría, ginecología, nutrición y servicios farmacéuticos.

Para asegurar su actividad ilícita, los hoy imputados al parecer contrataron una nómina exagerada de funcionarios y médicos. En algunos casos, se habrían facturado sueldos de especialistas por $58 millones mensuales, pero estos profesionales nunca visitaron las rancherías.

También se evidenció que presuntamente se dejaron de comprar 209.000 litros de agua potable y 6.000 latas de suplemento alimenticio; no se hizo entrega de medicamentos; el sobrecosto de insumos habría alcanzado el 600%; y que se facturó la contratación de traductores de lengua wayuunaiki, pero esta labor al parecer la ejecutaron conductores o enfermeras.

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En total, con dichas irregularidades, los investigados habrían causado un detrimento patrimonial por una cuantía de $2.839 millones.

Se presume que, entre julio y diciembre de 2015, tiempo de ejecución del contrato, Díaz Rivera recibió al menos $1.980 millones y la señora Manotas Monsalve aparentemente accedió a dádivas por $230 millones.

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