La grave situación que enfrenta Colombia debido a las intensas lluvias que afectan al país es producto de un problema estructural que incluye factores ambientales y humanos y se profundiza en territorios vulnerables, dijo a la Agencia Sputnik la directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), Ghisliane Echeverry Prieto.
“La situación actual no surge de la nada. Estamos viviendo las consecuencias de un largo historial de fenómenos climáticos acumulados”, dijo la especialista, doctora en Ciencias Medioambientales por la Universidad del Valle.
El pasado 10 de noviembre, el presidente, Gustavo Petro, declaró una “situación de desastre en todo el país en virtud de las lluvias”, debido a los derrumbes, inundaciones, deslizamientos y emergencias ocasionados por la atípica temporada climática.
Las intensas precipitaciones han afectado principalmente a las regiones de El Chocó, La Guajira y la ciudad de Bogotá, capital del país.
Echeverry explica que la emergencia climática ha puesto a prueba la resiliencia de un territorio extraordinariamente diverso, pero profundamente vulnerable.
El impacto del Cambio Climático
Los meses recientes han estado marcados por extremos: un fenómeno de El Niño, seguido de lluvias persistentes que, aunque previstas para octubre, se han retrasado e intensificado su impacto en noviembre.
Echeverry detalla cómo el reciente fenómeno de El Niño dejó una huella indeleble en Colombia.
“Registramos temperaturas históricas, con algunos municipios alcanzando 44 grados Celsius, y en otros casos superando en hasta tres grados los máximos históricos”, comenta la especialista, licenciada en Química.
A este episodio le siguió una temporada de lluvias que ha cubierto gran parte del territorio con una persistencia inusual.
“Aunque no hemos registrado precipitaciones que rompan récords en un solo día, las lluvias constantes saturan los suelos y aumentan significativamente el riesgo de deslizamientos”, explica Echeverry.
Más de 700 municipios, que ocupan el 65 por ciento del territorio del país, están en alerta por deslizamientos, de los cuales entre 350 y 400 están bajo alerta roja.
“Esto no es solo un problema de lluvias. Es un problema de riesgo, y el riesgo no depende únicamente de la amenaza climática, sino también de la vulnerabilidad de nuestros territorios”, dice la especialista, que ha trabajado para el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación como investigadora y como previsora de proyectos.
Calamidad en territorios olvidados
En departamentos como Chocó y La Guajira, la crisis ha sido devastadora.
“La gobernadora del Chocó reporta que más del 87 por ciento del territorio está bajo el agua. Esto refleja la vulnerabilidad de estos territorios, donde los asentamientos humanos en zonas de alto riesgo y la degradación ambiental, como la deforestación, amplifican los desastres”, explica Echeverry.
Aunque el impacto es generalizado, las áreas más vulnerables son las primeras en sucumbir ante las emergencias.
Según la científica, estas zonas no solo enfrentan el embate de las lluvias o las sequías, sino que también lidian con la falta de planificación territorial.
“No es lo mismo que una lluvia caiga en una zona deshabitada a que lo haga en un asentamiento humano densamente poblado. Los efectos, en este último caso, son catastróficos”, advierte.
Soluciones y llamado urgente a la acción colectiva
Frente a este panorama, Echeverry subraya la importancia de un enfoque integral.
“Los entes territoriales son los primeros respondientes ante los desastres y es crucial que crucen la información climática con datos poblacionales. No podemos entender el riesgo si no consideramos la relación entre el clima y las personas que habitan estos territorios”, afirma.
Además, hace un llamado a abordar las causas estructurales de la vulnerabilidad, destacando que la planificación territorial y la restauración ambiental “son fundamentales”.
“Necesitamos detener la deforestación y promover estrategias de adaptación climática, especialmente en comunidades que viven en zonas de alto riesgo”, agrega.
Para la directora del IDEAM, el cambio climático ya no es un desafío futuro, sino “una realidad” que afecta a “cada rincón” de Colombia.
“Depende de nosotros decidir si enfrentaremos este reto de manera proactiva o continuaremos pagando las consecuencias de la inacción”, advierte, y hace un llamado a la acción colectiva.
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“Colombia es un país de contrastes, pero esos contrastes no deben traducirse en desigualdad frente al riesgo climático. Si actuamos juntos, desde el gobierno hasta las comunidades locales, podemos mitigar los impactos y proteger nuestro territorio para las futuras generaciones”, afirma la especialista.
Según cifras oficiales, la actual temporada de lluvias ha afectado a cerca de 46.000 familias en 186 municipios de 27 de los 32 departamentos del país.
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Édgar Andrés Pedraza (Sputnik).