La Policía Nacional de Colombia y la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales DIAN, a través de la Dirección de Gestión de Policía Fiscal y Aduanera, reconocieron a 24 niños y niñas como “Embajadores de la Legalidad”.
Este programa es considerado como una iniciativa de transformación cultural a largo plazo, que busca no solo generar lazos de comunicación y acercamiento con la niñez y la familia, sino también promover la cultura de la Legalidad a través de la enseñanza de valores como la solidaridad, responsabilidad, honestidad, respeto por las normas y por lo público.
Cada actividad planeada buscó modificar actitudes y desarrollar habilidades, permitiendo a los a los niños y niñas y su núcleo familiar, reflexionar sobre la importancia que tiene la familia en la trasformación del entorno social, abordando en cada tema, un principio de la Cultura de la Legalidad como un estilo de vida bajo el entendido que, cumplir con las leyes y normas, nos permitirá tener una mejor convivencia, una localidad más justa y paz en la sociedad.
Se seguirá trabajando en la creación de nuevas estrategias de aprendizaje, buscando siempre afianzar la formación en valores y competencias desde todos los escenarios posibles desde la niñez.
En la clausura los niños bailaron un conocido Bambuco llamado “El Pescador” representando la cultura Samaria, recibieron un diploma donde se certifican como “Embajadores de la Legalidad” exaltando su participación en el programa e inculcando la cultura de la legalidad a nuestros futuros contribuyente.
Le puede interesar: 16 estudiantes del INEM se graduaron en el programa Semilleros de la Legalidad en Bucaramanga [FOTOS+VIDEO]
La Policía Fiscal y Aduanera, invita a la ciudadanía a denunciar oportunamente cualquier irregularidad o sospecha sobre la comercialización ilegal de mercancías de contrabando, proporcionando información veraz y oportuna a la línea 159, o al correo polfa.anticontrabando@policia.gov.co, se garantiza absoluta reserva de la información.
Lea también: Ser echado pa’lante no tiene ni discriminación ni límites y en Santander hay un referente