El cierre de 2025 y la llegada de un nuevo año suelen venir acompañados de balances personales, nuevos propósitos y el deseo de empezar de nuevo. Para muchas personas, empresas y comunidades, ese cambio comienza por lo más cercano: los espacios que habitan todos los días. Pintar se ha convertido en una de las formas más sencillas y significativas de renovar ambientes, actualizar dinámicas y proyectar una nueva etapa.
En Colombia, el consumo de pintura es de aproximadamente medio galón por persona al año, una cifra inferior a la de otros países donde el promedio llega a 1,5 galones por habitante. Esta diferencia se debe, en gran parte, a que en esos mercados la renovación de espacios es más frecuente: hay una cultura más fuerte de decoración y actualización de ambientes, y también un enfoque más preventivo de mantenimiento, que impulsa a repintar con mayor regularidad para conservar y proteger las superficies.
Es por esto que en Colombia, la renovación de espacios es una práctica que puede fortalecerse. Y es que el color tiene la capacidad de transformar la percepción de un lugar, influir en el estado de ánimo, mejorar la iluminación y resignificar hogares, oficinas y barrios enteros.
Además de su aporte estético, la pintura ofrece beneficios funcionales que muchas veces pasan desapercibidos: protege las superficies frente a la humedad, la radiación solar y el desgaste cotidiano; facilita la limpieza y contribuye a mantener condiciones de mayor higiene; y, según el tipo de recubrimiento, puede mejorar el confort interior al permitir la “respiración” del sustrato. Esa transpirabilidad ayuda a regular la acumulación de vapor y a reducir sensaciones de bochorno, favoreciendo ambientes más frescos y agradables tanto en el hogar como en espacios de trabajo.
“Pintar es una de las formas más simples y poderosas de transformar un espacio. Un cambio de color puede marcar un antes y un después en la manera en que vivimos y trabajamos, y convertirse en el punto de partida para nuevos comienzos en hogares, oficinas y barrios”, señaló Mauricio Quevedo, gerente de pinturas y pastas de MAPEI Colombia.
Esa transformación no ocurre solo en el ámbito individual. En oficinas y espacios productivos, la renovación de la pintura contribuye a entornos más agradables, funcionales y alineados con nuevas formas de trabajo. En barrios y espacios colectivos, el color se convierte en una herramienta de recuperación urbana que fortalece la identidad, la convivencia y el sentido de pertenencia, impactando positivamente la manera en que las personas se relacionan con su entorno.
“La pintura cumple un rol que va mucho más allá de lo estético. Protege la infraestructura, mejora la habitabilidad y aporta a la recuperación de entornos urbanos y productivos, impactando directamente la calidad de vida de las personas y la dinámica de las comunidades”, añade Miguel Perilla, gerente general de Mapei Colombia.
Desde su experiencia en soluciones para la construcción, Mapei comparte algunas recomendaciones clave para quienes buscan renovar sus espacios a través de la pintura al iniciar 2026:
1. Pensar el color como una herramienta emocional y funcional. Los colores influyen directamente en la forma en que se vive un espacio. Tonos claros amplían visualmente los ambientes y potencian la luz natural; los colores cálidos generan cercanía y sensación de hogar; mientras que las paletas neutras aportan equilibrio y serenidad, especialmente en entornos laborales. El color no solo decora: comunica y condiciona la experiencia diaria.
2. Adaptar la pintura al uso real del espacio. No es lo mismo pintar un dormitorio, una oficina, un local comercial o un espacio comunitario. En oficinas, los colores sobrios y bien equilibrados favorecen la concentración y reducen la fatiga visual; en comercios y zonas de atención al público, los acentos de color pueden reforzar identidad y dinamismo sin saturar el ambiente.
3. Entender la pintura como protección, no solo como decoración. Una pintura de calidad protege muros, fachadas y superficies frente al sol, la humedad y el desgaste cotidiano. En un país con climas tan diversos como Colombia, esta protección es clave para prolongar la vida útil de los espacios y reducir la necesidad de mantenimientos frecuentes.
4. Aprovechar la renovación para mejorar la percepción del espacio. Pintar suele ser el punto de partida para ordenar, iluminar y actualizar ambientes sin necesidad de grandes obras. En empresas, estos cambios transmiten cuidado, profesionalismo y compromiso con el bienestar de colaboradores y clientes; en hogares, generan una sensación inmediata de renovación y confort.
5. Usar la pintura como herramienta de recuperación comunitaria. En barrios y espacios colectivos, la renovación de fachadas y muros compartidos fortalece el sentido de pertenencia, mejora la convivencia y transforma la percepción del entorno. El color se convierte así en un factor de cohesión social y cuidado del espacio común.
Desde MAPEI, que el año pasado logró un acuerdo con Colorquímica para la adquisición de su división de pinturas y acabados, bajo la marca Novaflex, la pintura se entiende como una solución que va más allá del acabado final. Es una forma de acompañar a las personas, las empresas y las comunidades en sus procesos de transformación, aportando durabilidad, protección y significado a los espacios donde transcurre la vida cotidiana.
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En el inicio de 2026, renovar con pintura se convierte en una invitación a construir entornos más funcionales, más humanos y alineados con nuevos comienzos.
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