La inteligencia artificial en la educación no representa únicamente un avance tecnológico, sino una transformación profundamente humana y pedagógica. Lejos de ser una amenaza, impulsa a repensar el papel de los docentes, las competencias de los estudiantes y la ética del aprendizaje.
La historia reciente de la humanidad ha estado marcada por la evolución del conocimiento y el acceso a la información: desde las enciclopedias hasta los buscadores en internet. Hoy, la conversación gira en torno a la Inteligencia Artificial (IA) y su impacto en la educación. Más allá del temor al plagio o al uso indebido de herramientas digitales, el verdadero debate se centra en cómo esta tecnología redefine la forma en que aprenden los humanos del futuro.
A continuación, presentamos cinco reflexiones clave para entender más ese impacto en el ecosistema educativo actual, perspectivas sobre las que la Universidad Ean sustenta su oferta académica.
1. De la fábrica al taller: la IA como herramienta de personalización La IA no es una fábrica de conocimiento masivo, se asemeja más a un sastre que confecciona aprendizajes a la medida. Según McKinsey & Company, firma global de consultoría de gestión, la personalización puede incrementar el rendimiento estudiantil hasta en un 30% y el compromiso en un 60%. Con itinerarios adaptativos y retroalimentación inmediata, los estudiantes pueden avanzar a su propio ritmo, potenciando la diversidad de sus habilidades.
2. El riesgo invisible: la discriminación algorítmica El mayor desafío legal y ético no es el engaño, sino la posible discriminación silenciosa causada por algoritmos sesgados. Los sistemas de IA pueden replicar desigualdades históricas de género, clase o inclusión. La Ley de IA de la Unión Europea considera las soluciones educativas como de “alto riesgo” y exige supervisión humana, transparencia y datos de calidad. La educación debe garantizar un aprendizaje justo y equitativo, derribando barreras invisibles en lugar de perpetuarlas.
3. Los profesores no serán reemplazados: serán liberados La automatización no sustituye al docente, lo libera. Hasta un 20% de las tareas administrativas y de preparación podrían automatizarse, permitiendo que los profesores se enfoquen en lo que las máquinas no pueden replicar: la conexión humana, el pensamiento crítico y la formación socioemocional. El Foro Económico Mundial proyecta que los roles de mentoría y liderazgo educativo serán cada vez más relevantes.
4. El riesgo del pensamiento automático La dependencia inconsciente de la IA puede atrofiar el pensamiento crítico. Las herramientas generativas, al ofrecer respuestas instantáneas, pueden debilitar la capacidad de formular preguntas y de razonar éticamente. Los modelos de lenguaje son predictivos, no reflexivos. Por ello, la educación debe enseñar a “pensar con la IA”, desarrollando habilidades para explorar, cuestionar y crear desde la ética y la evidencia.
5. La alfabetización en IA: una nueva competencia esencial Comprender la IA ya no es opcional. Es una competencia básica para la ciudadanía digital y un requisito profesional emergente. La legislación europea exige que quienes implementen sistemas de IA cuenten con formación en esta materia. En la Universidad Ean, esta alfabetización tecnológica y ética se promueve como base para el uso responsable de la innovación, fortaleciendo la confianza y la transparencia en el aprendizaje.
Le puede interesar: Tecnología y seguridad, piezas clave del futuro energético del país
Estamos presenciando el comienzo de un futuro en el que las máquinas serán más inteligentes, por eso el desafío real es formar humanos más sabios. La inteligencia artificial no sustituye la educación: la transforma. Su integración debe priorizar la personalización, la equidad y la liberación del potencial humano sobre la simple automatización.
Lea también: Tratado Global de Plásticos: entre la ambición y la viabilidad
Por: Jeffrey León – Pulido PhD.
Decano Facultad de Ingeniería
Universidad EAN
