En el mundo empresarial actual, la hidratación en el trabajo ha dejado de ser un simple beneficio para convertirse en una herramienta estratégica de bienestar corporativo. Diversos estudios advierten que una deshidratación leve puede reducir la concentración en un 25%, incrementar la fatiga y aumentar los niveles de ausentismo, factores que repercuten directamente en la productividad.
“Las empresas que no garantizan una adecuada hidratación asumen costos ocultos que muchas veces pasan desapercibidos: menor desempeño, más incapacidades cortas y un clima laboral deteriorado. En cambio, cuando se asegura agua de calidad y acceso permanente, los resultados son inmediatos: equipos más enfocados, saludables y motivados”, afirma Felipe Roldán Uribe, gerente general de Culligan Colombia.
El ejecutivo advierte que la regulación reciente se ha convertido en un punto de inflexión. Desde octubre de 2024, el Decreto 334 de la Alcaldía de Bogotá y la Resolución CRA 1005 de 2024 obligan a más de 349.000 empresas a reducir en un 10% su consumo de agua, una medida que está transformando la manera en que las compañías gestionan su hidratación.
Sin embargo, existe un factor que suele pasar desapercibido y que agrava el panorama. Mantener inventarios de botellones llenos de agua genera un estrés adicional sobre el consumo, ya que el líquido almacenado no se utiliza de forma inmediata. Esta práctica representa un costo oculto que recorre toda la cadena de valor, desde la planta de producción y el almacenamiento hasta la logística y los puntos de consumo donde se hidratan los empleados. Cada litro en espera pone más presión sobre las metas de ahorro y sobre la eficiencia hídrica del país.
El modelo de los botellones, lejos de ser sostenible, implica costos elevados y una huella ambiental considerable, ya que para producir y distribuir un litro de agua embotellada se requieren entre tres y siete litros adicionales, según investigaciones de la Universidad de Michigan y la revista MDPI. A esto se suman gastos invisibles en compra, transporte, almacenamiento y mantenimiento, además del consumo energético y la generación de desechos plásticos, lo que encarece el litro útil y afecta la reputación ambiental de las empresas.

Una investigación de Culligan Quench, división corporativa de Culligan especializada en soluciones de agua para oficinas, revela que más de tres de cada cuatro trabajadores no beben suficiente agua durante la jornada laboral. Esta deshidratación leve puede tener un alto costo oculto, ya que The Daily MBA señala que una caída de apenas el 1% en los niveles de hidratación puede reducir la productividad hasta en un 12%.
Aun así, mantener hidratado a un colaborador cuesta menos de $1.000 COP al día, una inversión mínima frente al impacto que tiene en su bienestar y desempeño. Esa cifra se obtiene considerando que el alquiler promedio de un dispensador de agua ronda los $180.000 COP mensuales. Si el equipo atiende a unas 30 personas, el costo por empleado equivale a $6.000 COP al mes, o aproximadamente $270 COP diarios en días laborales.
Por otro lado, el ejecutivo destaca que, en la experiencia de Culligan, el retorno de un programa de hidratación bien gestionado se puede ver en tres frentes:
- Ahorro directo: eliminación de costos logísticos y reducción de compras de agua embotellada.
- Eficiencia operativa: agua ilimitada y de calidad constante con un amplio portafolio de alternativas Culligan que se ajustan a las necesidades de cada empresa e industria.
- Impacto en productividad: reducción del ausentismo entre 5% y 10% y mejoras de concentración de hasta 8%.
En respuesta a estos desafíos, la compañía ha desarrollado tecnologías como la solución Point of Use (POU), que dispensa agua purificada directamente en el punto de consumo. Este sistema elimina la necesidad de envases y transporte, reduce la huella hídrica y asegura un suministro constante de agua segura, facilitando que las empresas integren la hidratación en sus programas de bienestar.
Los resultados ya son visibles en ecosistemas empresariales pertenecientes a sectores económicos como los son comercio, servicios y manufactura. Destacando subsectores como el BPO, oficinas de servicios empresariales, sector financiero y fintech, y la industria manufacturera en general. Se evidencian beneficios como menos pausas no planificadas y mejoras en los indicadores de seguridad industrial e incremento significativo de la productividad.

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“La clave está en entender que la hidratación no es solo poner un dispensador; es gestionarla como parte de una estrategia integral de bienestar y productividad. Las empresas que lo hacen se diferencian, retienen mejor su talento y fortalecen su reputación como empleadores responsables”, concluye Roldán.
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