Creado mediante el Acuerdo 933 de 2024 del Concejo de Bogotá, el Festival Vallenato al Parque es una apuesta por reconocer el vallenato como manifestación cultural representativa del país y de fuerte arraigo en la capital. Su nacimiento responde al interés por promover la participación diversa, fortalecer el patrimonio inmaterial y garantizar el acceso libre a la cultura.
La primera edición, realizada en 2024, reunió a más de 30.000 asistentes y marcó el inicio de una tradición cultural que ya muestra un impacto positivo en la ciudad. De acuerdo con cifras registradas por el Observatorio y Gestión del Conocimiento Cultural, 9,5% de los asistentes fueron turistas nacionales o internacionales, de los cuales el 30% viajó a Bogotá motivado por el festival. Estos visitantes participaron además en actividades como recorridos por la capital, consumo de gastronomía local y turismo de naturaleza, lo que demuestra el potencial del evento como dinamizador del sector turístico y económico.
Así mismo, 99% de los asistentes valoró el festival como una estrategia efectiva para preservar y promover el vallenato.
Este festival es también un escenario para visibilizar el talento local: Aunque el interés del público se inclinó mayoritariamente hacia artistas nacionales (88,3%), el festival permitió dar reconocimiento a propuestas distritales, integrando así el vallenato a la construcción de una identidad bogotana plural, incluyente y profundamente musical.
Es así como Vallenato al Parque 2025 reafirma a Bogotá como una ciudad que reconoce la diversidad sonora como parte de su patrimonio vivo y se consolida como un espacio de encuentro intergeneracional, memoria compartida y celebración cultural.
Bogotá, una historia de amor por el vallenato
Desde hace alrededor de 80 años, el acordeón y su música llegaron a Bogotá como un sonido innovador proveniente del Caribe colombiano. Si bien su recepción inicial fue marginal, rápidamente fue ganando terreno y surgieron agrupaciones como Julio Torres y sus alegres vallenatos.
Durante las décadas del 60 y 70, los llamados ‘universitarios vallenatos’ fueron pieza clave en su difusión. Se trataba de estudiantes costeños que compartieron con sus compañeros bogotanos las letras y melodías que traían de su tierra.
En paralelo, el poder político también se sintió seducido por el género: el presidente Alfonso López Michelsen, nacido en Bogotá pero profundamente vinculado al Caribe, utilizó el vallenato como vehículo identitario para su plataforma política y la creación del departamento del Cesar y el establecimiento de Valledupar como su capital.
Un primer paso fue el establecimiento del Festival de la Leyenda Vallenata, idea del propio López Michelsen. La consolidación de dicho evento, impulsado por Consuelo Araújo Noguera y Rafael Escalona, marcó un quiebre en la historia del género: el vallenato inició un proceso canonizante que llegaría a ubicar esta música como emblema del relato nacional.
En los años ochenta y noventa, Bogotá consolidó su relación con el vallenato gracias a conciertos masivos, emisoras especializadas y la circulación de artistas emblemáticos como Diomedes Díaz, Jorge Oñate o El Binomio de Oro. El género había dejado de ser una música distante para convertirse en una presencia sonora constante en la ciudad.
Vendría entonces un capítulo fundamental de la historia cuando Carlos Vives, luego de protagonizar la telenovela dedicada a Rafael Escalona y cantar todas sus canciones, emprendió un proceso de renovación del vallenato al fusionar algunas de sus canciones más representativas con sonoridades del rock y el pop.
En ello, Vives estuvo de la mano con Ernesto ‘Teto’ Ocampo, Carlos Iván Medina e Iván Benavides, entre otros. Desde Bogotá, y junto al rey vallenato Egidio Cuadrado, conformó La Provincia. Este grupo reinterpretó el vallenato en clave urbana y contemporánea. Con ello, logró conectar con nuevas generaciones y llevar el género a escenarios internacionales. Su propuesta no sólo revitalizó la tradición, sino que consolidó a Bogotá como un epicentro creativo donde el vallenato dialoga con otros lenguajes musicales y se proyecta como un símbolo cultural del país.
En esa misma línea de fusión, bandas de rock bogotanas como Distrito Especial y Bloque de Búsqueda también jugaron un papel fundamental en tender puentes entre la música capitalina y los sonidos del Caribe. Con su propuesta innovadora, estos grupos contribuyeron a abrir el camino para un diálogo sonoro entre géneros populares, generando una estética urbana que reconocía las músicas del Caribe y el vallenato como parte del repertorio emocional y cultural de la ciudad.
Estas experiencias creativas alimentaron el terreno para que nuevas generaciones asumieran el vallenato no solo como una herencia, sino como una posibilidad expresiva viva en Bogotá.
Como parte de este proceso, el vallenato alcanzó un reconocimiento internacional crucial: el 1 de diciembre de 2015 la Unesco declaró al vallenato tradicional del Magdalena Grande como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este reconocimiento destacó al vallenato como una manifestación única de fusión cultural —europea, africana e indígena— y como un lenguaje narrativo cargado de imaginación, nostalgia y humor popular. Además, hizo un llamado a su salvaguarda activa, validando el papel vital que ha tenido su arraigo popular —y su apropiación en territorios como Bogotá— para mantener viva esta tradición musical.
En años recientes, Bogotá ha sido escenario de numerosos conciertos masivos de vallenato que ratifican su enorme poder de convocatoria en la ciudad. Estas presentaciones han logrado reunir a miles de personas en lugares emblemáticos de la ciudad. Esta respuesta del público evidencia una relación sólida y afectiva con el género, y consolida a Bogotá como una de las principales plazas vallenatas del país fuera de la región Caribe.
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Hoy, el vallenato no es un género importado en Bogotá: es una historia de amor viva, permanente y compartida. Un patrimonio popular, emocional y cultural que forma parte esencial de la identidad contemporánea de la capital. Con el paso del tiempo y gracias a la sumatoria de múltiples esfuerzos, eventos y protagonistas, el vallenato se ha ganado los corazones de los que habitan la capital de Colombia, convirtiéndose en el género popular preferido.
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