En una ceremonia cargada de simbolismo y emoción, se llevó a cabo la entrega del Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia 2025, un reconocimiento a personas y organizaciones que han hecho de la defensa de la vida una causa irrenunciable.
El acto público tuvo lugar en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, donde fueron destacadas cuatro historias de vida que representan ejemplos inspiradores de trabajo en favor de los derechos humanos y la construcción de paz en el país.
La ceremonia contó con la presencia de organizaciones internacionales, así como de instituciones estatales de derechos humanos, quienes acompañaron este homenaje a quienes, desde distintos territorios, enfrentan adversidades para proteger la dignidad humana.
Este reconocimiento reafirma el compromiso colectivo por visibilizar y respaldar las luchas que defienden la vida, la justicia y la paz en Colombia.
Entre los galardonados, la voz de Jacqueline Castillo Peña se alzó como símbolo de lucha y memoria. Ganadora en la categoría “Defensora del Año”, Jacqueline ha sido uno de los principales rostros en la denuncia de las ejecuciones extrajudiciales cometidas por el Ejército Nacional. Su hermano Jaime fue víctima de esta práctica, y desde entonces, ella ha liderado la Fundación Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogotá (MAFAPO), convirtiendo el dolor en acción colectiva.
En la categoría “Experiencia o Proceso Colectivo del Año”, fueron reconocidas dos iniciativas que reflejan el poder de lo comunitario. Por un lado, la Mesa Ambiental de Jericó, conformada por familias campesinas del corregimiento Palocabildo, ha defendido su territorio frente a proyectos mineros que amenazan su identidad cultural y los recursos naturales vitales para la subsistencia. A pesar de enfrentar judicialización, su resistencia ha despertado solidaridad nacional e internacional.
Por otro lado, el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), con más de 200 organizaciones, ha trabajado incansablemente por la verdad, la justicia y la no repetición. Sus campañas, memoriales y acciones judiciales han visibilizado el dolor de miles de víctimas, enfrentando amenazas y censura por su labor.
El reconocimiento a “Toda una Vida” fue entregado a la Hermana Cecilia Naranjo Botero, religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, quien ha dedicado más de tres décadas a acompañar comunidades víctimas del conflicto armado. Su historia atraviesa la educación inclusiva, el exilio, el trabajo en zonas humanitarias y la publicación de sus memorias en el libro Caminantes del amor eficaz para sembrar vida.
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El Premio Nacional de Derechos Humanos es otorgado por Diakonia y Act Iglesia Sueca con el apoyo de la Embajada de Suecia en Colombia que busca reconocer las posibilidades que tiene la sociedad civil colombiana en la construcción de la paz. En este aspecto, la Embajadora de Suecia en Colombia, María Cramér, destacó que: “Desde Suecia, creemos firmemente en la importancia de apoyar a quienes defienden los derechos humanos. Lo hacemos porque sabemos que su labor fortalece la democracia, promueve la paz y protege la vida. Nominados y ganadores: les expresamos nuestra admiración y gratitud. Ustedes son faros de dignidad en medio de la adversidad. Que este premio sea una herramienta para seguir avanzando, para abrir puertas, para proteger vidas”.
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