Han pasado tres décadas desde que cerca de 30 mil mujeres de todo el mundo, incluyendo una nutrida delegación latinoamericana, se congregaron en Beijing para acordar una hoja de ruta histórica en favor de la igualdad. Hoy, en Colombia, ese legado sigue vivo y vibrante. Así lo evidenció este espacio de encuentro y conversación entre feministas diversas. Desde lideresas históricas que participaron en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995 hasta jóvenes activistas que hoy luchan en sus territorios, el diálogo permitió reconocer los logros alcanzados, los retrocesos y las luchas que siguen vigentes.
El encuentro, que tuvo lugar los pasados 22 y 23 de mayo, fue organizado por ONU Mujeres, con el apoyo de la Embajada de Suecia en Colombia, en el marco de las actividades que a lo largo del año conmemoran los 30 años de adopción de la Plataforma de Acción de Beijing.
Beijing como punto de partida, no de llegada
Beijing, coincidieron muchas, fue una cristalización de la fuerza colectiva de las mujeres en América Latina y el Caribe, y sentó las bases para avanzar en temas como los derechos sexuales y reproductivos, la participación política, la erradicación de las violencias y la economía del cuidado. “Después de Beijing, logramos que la igualdad dejara de ser solo un asunto de mujeres y pasara a ser una cuestión de política pública”, señaló Beatriz Quintero, una de las participantes del proceso hace tres décadas. Ana Cristina González, otra de las feministas que vivió la cumbre de 1995, destacó que allí comenzó un feminismo que creyó por primera vez que era posible transformar el Estado desde adentro.
Las participantes coincidieron en que Beijing fue una herramienta política clave, pero que el impulso transformador viene de la fuerza organizada de las mujeres en cada rincón del país. “La plataforma nos dio el marco, pero ahora somos nosotras quienes ponemos el pulso y la urgencia para seguir avanzando sobre lo que allí se pactó”, expresó Camila Moreno Gil, joven lideresa que recalcó la importancia de conectar los compromisos internacionales con las luchas territoriales y comunitarias.
Desafíos actuales: cuidados, justicia climática y violencias emergentes
La conversación abordó con profundidad, y a través de cinco mesas temáticas, los retos que persisten en distintas dimensiones de la vida de las mujeres. Juliana Hernández, de la Organización Artemisas, concluyó en torno a la participación política real de las mujeres —más allá de la representación numérica— que “tener más mujeres en cargos de elección no garantiza que se impulsen agendas de género”, y llamó a combatir las violencias políticas y las barreras diferenciadas que enfrentan las mujeres según su territorio.
En materia de violencias, Laura Castro hizo un llamado a no fragmentar la agenda: “Necesitamos una mirada interseccional e intersectorial. No podemos dividir nuestras luchas por temas; debemos avanzar juntas como movimiento”. Insistió en la necesidad de involucrar a hombres y niños, y de asumir que la prevención ha sido liderada históricamente por los movimientos feministas ante la inacción del Estado.



Desde el eje de justicia climática, Sofía Aragonez planteó tres prioridades: visibilizar en medios la labor de las defensoras, fortalecer su protección integral y garantizar que la educación ambiental incorpore los saberes ancestrales de los territorios. “No se trata solo de cuidar el ambiente, sino de cuidar a quienes lo cuidan”, afirmó.
En cuanto a empoderamiento y autonomía económica, Ita María, de revista Volcánicas, señaló que los desafíos de 1995 siguen vigentes, pero requieren nuevas respuestas. Habló de la urgencia de reconocer el trabajo no remunerado, eliminar barreras de acceso a empleo y conectividad, redistribuir el cuidado en hogares, Estado y comunidades, y garantizar acceso a recursos como tierra y vivienda con enfoque étnico y de género. “La conciliación entre la vida laboral y familiar sigue dependiendo de una transformación cultural profunda”, apuntó.
La agenda de Mujeres, Paz y Seguridad también se posicionó como un eje crucial en el diálogo. Marina Gallego, de la Ruta Pacífica de las Mujeres, planteó la descolonización como una estrategia clave: no se puede hablar de paz sin reconocer las formas de colonización que han vivido históricamente las mujeres, especialmente en contextos de conflicto armado. Insistió en la necesidad de mantener el liderazgo y la capacidad de incidencia de las mujeres en los espacios de toma de decisiones sobre la paz, no solo como víctimas, sino como actoras políticas fundamentales en la construcción de un país en paz.
Una agenda feminista integral y en movimiento
Más allá de los temas, el diálogo dejó claro que el mayor capital del movimiento feminista es su capacidad de juntarse. “Solas no vamos a lograr nada”, dijo Sabrina Pachón de la Corporación Polimorfas. También hubo espacio para reconocer las amenazas actuales: el avance de discursos autoritarios, la intolerancia frente a la diversidad, y la dificultad para comunicar el feminismo a una sociedad que aún no lo entiende del todo. “Somos un movimiento que ha logrado mucho, pero que sigue siendo “marginal”. Las brechas de género se reinventan, se transforman, y nos exigen nuevas formas de articulación”, concluyó Beatriz Quintero.
El evento cerró con un mensaje claro: la agenda de Beijing sigue vigente, pero debe ampliarse y conectarse con los desafíos contemporáneos. El compromiso ahora es construir una hoja de ruta conjunta que articule los temas históricos de la Plataforma de Beijing con los retos emergentes del contexto actual con el objetivo de seguir avanzando hacia un país más justo, diverso y feminista.


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Como lo expresó Bibiana Aido Almagro, representante país de ONU Mujeres en Colombia, sigue vigente la esperanza de que sea realidad un mundo igualitario y libre de violencias para todas las mujeres y las niñas. “Desde ONU Mujeres estamos convencidas que la igualdad es la solución, la igualdad es el acelerador, es el progreso, es el camino. No podemos esperar 30 años más. Producto de este diálogo, contaremos con una hoja de ruta para la lucha intergeneracional por la igualdad de género, que aborde los desafíos de la agenda, desde una apuesta interseccional y diversa. Porque la igualdad no es una utopía: es una tarea pendiente, urgente y posible”, declaró.
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