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Bogotá frente a la crisis climática: Urgencia de reducir emisiones para proteger agua, aire y salud

El ecosistema estratégico de Chingaza, además de garantizar el suministro hídrico de millones de bogotanos, desempeña un papel clave en la captura de carbono. Sin embargo, está bajo amenaza debido a la creciente presión de la deforestación, el avance de la frontera agrícola y los efectos del cambio climático.

La crisis climática golpea a Bogotá con fuerza, dejando en evidencia cómo el impacto ambiental global afecta directamente a la calidad de vida en la ciudad. En el marco del Día Mundial de la Reducción de CO2, que se celebró el 28 de enero de 2025, Greenpeace Colombia hace un llamado urgente a las autoridades locales y a la ciudadanía a priorizar la lucha contra el cambio climático para proteger nuestros recursos, nuestra salud y nuestro futuro.

Una crisis que se siente en casa: Incendios, agua y calidad del aire

La semana pasada, Bogotá enfrentó días de intensa contaminación debido al humo proveniente de incendios forestales en la región andina. Estos eventos no solo generaron niveles peligrosos de material particulado, sino que evidenciaron cómo la deforestación y el cambio climático impactan en cadena: desde la destrucción de ecosistemas hasta problemas de salud pública en áreas urbanas.

A esto se suma la reciente restricción de agua en varias zonas de la capital, una situación que subraya la fragilidad de los embalses que abastecen a la ciudad, especialmente el sistema de Chingaza. Este ecosistema estratégico, además de garantizar el suministro hídrico de millones de bogotanos, desempeña un papel clave en la captura de carbono. Sin embargo, está bajo amenaza debido a la creciente presión de la deforestación, el avance de la frontera agrícola y los efectos del cambio climático.

La cadena de impactos: del CO2 a la vida diaria

El dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, no es solo un problema global, sino una amenaza tangible en la vida diaria de Bogotá. La contaminación vehicular, las emisiones industriales y la pérdida de cobertura forestal agravan la calidad del aire, con consecuencias directas para la salud de los bogotanos y para los recursos hídricos que dependen de ecosistemas como Chingaza.

Greenpeace advierte que estos fenómenos están interconectados. La falta de acción frente a las emisiones de CO2 y la deforestación no solo exacerba los efectos del cambio climático, sino que también aumenta la vulnerabilidad de la ciudad ante crisis de agua y aire.

¿Qué necesita Bogotá?

Greenpeace Colombia hace un llamado a las autoridades locales y nacionales a tomar medidas concretas para mitigar los impactos del cambio climático en Bogotá:

  • Protección de Chingaza: Reforzar la conservación de este ecosistema estratégico para garantizar el suministro de agua y su capacidad de captura de carbono.
  • Transporte sostenible: Acelerar la transición hacia sistemas de transporte público eléctrico, mejorar la infraestructura para bicicletas y reducir la dependencia de vehículos particulares.
  • Planes de contingencia climática: Implementar políticas para prevenir y mitigar los incendios forestales, que afectan tanto la salud de los ecosistemas como la calidad del aire en la capital.
  • Regulación y control: Endurecer las regulaciones sobre emisiones industriales y fomentar la adopción de tecnologías más limpias.
  • Educación y participación ciudadana: Promover hábitos sostenibles entre los bogotanos, como el ahorro de agua y energía, y reducir el consumo de productos de alto impacto ambiental.

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El cambio climático no es un problema distante; es una realidad que afecta nuestro aire, nuestro agua y nuestra salud. Bogotá tiene el potencial de ser un ejemplo de resiliencia climática, pero para ello se necesitan acciones ambiciosas y sostenidas desde todos los sectores”, afirmó Tatiana Céspedes, coordinadora de Campañas para Greenpeace Colombia. El Día Mundial de la Reducción de CO2 nos recuerda que cada acción cuenta. Desde proteger Chingaza hasta reducir las emisiones urbanas, Bogotá tiene en sus manos la oportunidad de construir un futuro más sostenible y resiliente frente a la crisis climática.

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