En los últimos años, los talleres de DIY (Do It Yourself), como la creación de velas o sesiones de pintura acompañadas de vino, han experimentado un auge notable. Esta tendencia no solo está vinculada al interés creciente por lo hecho a mano, sino que también responde a la búsqueda de experiencias que favorezcan el bienestar personal, la creatividad y la conexión humana. En un mundo cada vez más dominado por lo digital, estas actividades manuales ofrecen un respiro necesario que combina diversión, relajación y desarrollo personal.
Según Oliva González, profesora de la Escuela STEAM de la Universidad Europea, la creciente popularidad de los talleres DIY está relacionada con la necesidad de desconectar del mundo digital y fomentar una conexión más profunda, tanto con uno mismo como con los demás. “Estos talleres no solo ofrecen una salida a la carga mental, sino que también son una excelente forma de reducir el estrés, ya que permiten entrar en un estado de mindfulness, si están bien dirigidos”. El componente social es otro de los factores clave que impulsan el éxito de estos talleres. “Disponer de un tiempo donde no hay prisa y donde no se busca un resultado concreto a priori, sino a través de la creatividad, permite encontrar un tiempo y un espacio para ‘ser yo’”, explica Oliva, subrayando la importancia de crear espacios para la autorreflexión y la expresión personal.
El auge de estos talleres también refleja un creciente deseo de volver a las actividades manuales. La profesora lo vincula con una respuesta a la saturación tecnológica que vivimos diariamente. “La tecnología es fantástica y hace nuestra vida más fácil, pero también la hace más despegada de la naturaleza humana, de las conexiones sociales y de la conexión con uno mismo”, afirma. Las actividades manuales ayudan a reactivar la motricidad y a fomentar las conexiones neuronales, contribuyendo al bienestar emocional y psicológico. “Estas actividades no solo relajan el sistema nervioso, sino que también potencian funciones cognitivas esenciales como la atención, la memoria, el aprendizaje e incluso la empatía, lo que las convierte en una herramienta poderosa para el equilibrio mental”. En este sentido, las actividades DIY no solo ofrecen un espacio creativo, sino que también promueven la idea de que todos somos capaces de crear con nuestras propias manos, lo cual resulta motivador y gratificante para quienes participan.
El papel de la socialización en estos talleres es también fundamental. El consumo de bebidas como vino o café actúa como catalizador en este tipo de actividades. “El consumo de bebidas es una herramienta de conexión social y disfrute personal. El café estimula, el vino relaja y ambos elementos favorecen la experiencia creativa, siempre que sea en pequeñas dosis”, señala Oliva González. Esta combinación ayuda a los participantes a relajarse y a abrirse más a la experiencia.
Le puede interesar: Por su salud, aproveche las vacaciones para practicar alguna actividad física o deporte
Además, estos talleres también fomentan la creación de comunidades y redes sociales entre los asistentes. Oliva destaca que, aunque una persona vaya sola a un taller, la experiencia ya es reparadora en sí misma. “Has entrado en conexión contigo y con otros, y todos fluyendo juntos es muy reparador”, comenta la docente acerca de la posibilidad de que estos encuentros fortalezcan las relaciones sociales y creen redes de apoyo.
Lea también: Conozca de qué se trata la recomposición corporal y cómo impacta en su bienestar