Con la incertidumbre que causa la entrada del nuevo gobierno, la devaluación del peso colombiano que, según Bloomberg, ocupa hoy el séptimo lugar entre las 10 monedas emergentes más devaluadas del 2022, y un dólar con tendencia al alza a niveles históricos, son las empresas menos preparadas financieramente las que sufren de manera más drástica el proceso inflacionario nunca antes visto en el país.
Estas empresas, que en su gran mayoría viven de los insumos importados y que venden localmente son las más impactadas, pero además son las que en general no estaban preparadas en cuanto a las “jugadas” cambiarias y el uso de herramientas financieras, como los productos de cobertura, que pudieran darles ciertas ventajas.
Según el experto en Finanzas Corporativas de Crowe Colombia, Enrique del Real, “frente a una estabilidad de la tasa cambiara de más de diez años en Colombia, muchísimos directores financieros, e incluso gerentes y presidentes de compañías del país se quedaron sentados en la comodidad y hoy carecen de los conocimientos para enfrentar esta crisis cambiaria por no estar familiarizados con herramientas financieras como los productos de cobertura o la compra de futuros porque no han tenido que usarlos por simple falta de necesidad”.
Y es que esta falta de conocimiento ha llevado a que en pocas semanas muchas organizaciones de todas las categorías estén viendo cómo sus patrimonios pierden valor a causa de la inflación local que se sitúa en el 7.1%, pero también por la influencia de la inflación de los Estados Unidos que ya se eleva a un 6.3%.
“Conocer el manejo de sus finanzas, les permite a las empresas identificar cuánto de sus ingresos y gastos está denominado en dólares para así establecer planes de acción. De haber un mayor flujo de ingresos que de gastos, el riesgo puede mitigarse mediante una cobertura natural. Sin embargo, cuando los egresos denominados en dólares superan al flujo de los ingresos, debe recurrirse al mercado financiero en búsqueda de instrumentos que mitiguen el riesgo”, agrega Del Real.
Según el experto, entre las principales herramientas para enfrentar una crisis financiera como la actual, está la compra de futuros, que es una figura a la que recurren muchas empresas con acceso a la Bolsa de Valores para adquirir o vender divisas a una determinada tasa de cambio en un periodo posterior. Con esto se garantiza la tenencia y venta de ciertas divisas sin incurrir en mayores fluctuaciones. Dado que la tasa de cambio de compra o venta es fijada con anterioridad, existe la posibilidad de ganar pero también de perder.
La figura del forward, por su parte, maneja la misma lógica del futuro, con la diferencia de que este es negociado a corto plazo y directamente entre las partes, es decir, no se encuentra en un mercado regulado y da al adquiriente la posibilidad de hacer entrega de los montos acordados al vencimiento (Delivery) o de liquidarse por compensación (Non Delivery), es decir, de recibir apenas el diferencial entre la tasa pactada y la tasa de cambio del día del vencimiento por cada divisa negociada.
Por otra parte existe el Swap, una herramienta financiera que se maneja a mayor plazo y consiste en el intercambio de títulos valor entre dos partes, aquella que recibe un determinado flujo de caja en una moneda ‘x’ y aquella que recibe uno en otra moneda ‘y’. El objetivo es que aquel que esté interesado en adquirir la moneda ‘y’ pueda recibir un flujo periódico de dichos recursos sin incurrir en las fluctuaciones de la tasa de cambio.
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Así mismo, es importante para los empresarios conocer el uso de las coberturas naturales que son aquellas que se derivan de la naturaleza de la operación, es decir, las que provienen de los flujos del negocio. Estas surgen cuando en una empresa hay tantos gastos como ingresos denominados en una misma divisa y bajo condiciones, plazos y montos similares. Estas pueden ser utilizadas por todas aquellas empresas que facturen en la misma divisa en que gastan y tengan acceso a la banca.
En el caso de estas herramientas financieras, las damnificadas en su uso muchas veces son las pymes por carecer del respaldo que buscan las entidades bancarias para poder “arriesgar” sus recursos en negocios redituables.
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