La organización ecuatoriana Mujeres Amazónicas Defensoras de la Selva rechazó el martes la explotación petrolera, la minería y la tala de madera de balsa dentro de los territorios ancestrales por las afectaciones sociales y al medio ambiente causada por estas actividades.
“Siempre estaremos presentes las mujeres indígenas para decir basta ante la destrucción de la selva, fuera las petroleras, fuera las mineras, fuera los balseros que están llevando enfermedades hacia nuestras comunidades”, dijo la líder de la organización Mujeres Amazónicas Defensoras de la Selva, Zoila Castillo, en conferencia de prensa.
En el mismo evento, desarrollado en la ciudad de Puyo, provincia de Pastaza, la representante de la comuna Moretococha, Rosa Aranda, señaló a la explotación petrolera y a la extracción minera como causantes de la contaminación de los ríos y de los suelos.
En un futuro, agregó, estas afectaciones impedirán cosechar a las familias que habitan en la selva, así como cazar y pescar.
La portavoz de las comunidades del bosque protector Cutucú – Shaimi, en Morona Santiago, Nelly Kantashi, denunció que una minera canadiense se introdujo en este territorio sin consulta previa, aprovechando el confinamiento por la pandemia del COVID-19.
Ante esta situación, al momento los comuneros están construyendo puestos de control para evitar el paso a escondidas de los mineros y lo mismo se hará en la pista aérea del lugar.
“La Amazonía no está en venta y nosotros la vamos a defender por el futuro de las siguientes generaciones”, dijo Kantashi.
Según las mujeres amazónicas, la selva fue la botica que proveyó de plantas medicinales para atender a las personas contagiadas por el nuevo coronavirus ante el desabastecimiento de medicinas registrado en los subcentros y hospitales del sistema público de salud en la región amazónica de Ecuador.
De acuerdo con la vicepresidenta de la nacionalidad kichwa de Pastaza, Inés Kalapush, mujeres de los colectivos indígenas se internaron en comunidades lejanas dentro la selva para atender a personas que no tenían sal, comida ni fósforos para encender un fuego.
“En esta pandemia las mujeres de la selva nos hemos solidarizado entre nosotras, acudimos a ayudar en territorio porque adentro no existe atención desde el Estado”, sostuvo.
Mientras tanto, Cristina Gualinga, indígena kichwa de 80 años, dijo que las mujeres del campo y de las ciudades tienen el deber de cuidar la tierra, el agua, el aire puro porque de esta manera se garantiza la vida de los ecuatorianos y de los habitantes del mundo.
Con información de Sputnik.